domingo, 16 de noviembre de 2008

27 - Arco 3: All about you

"Cherchez la femme"
(Alejandro Dumas)

"El hombre ha llegado a dominar
el mundo gracias a dos rasgos esenciales:
Su inteligencia, y su disposición absoluta
de acabar con cualquier cosa o persona
que se interponga en su camino"
(Stephen King)


Interludio 1: La balada X La Danza X Las palabras

Surge en el hemisferio sur de nuestras cavilaciones, donde se oculta ambivalente la sobriedad de nuestro luto, en un paraje desolado lleno de especias y olores cantables. Nace en la promiscua necesidad de sanar las heridas colaterales de este presente. Viene desde muy cerca en la lejanía, pidiendo a gritos silencio, creando un caos perfecto, lleno de armonía, donde todo tiende a no existir. Sobrevino de las más profundas grietas de las uñas del humo, donde reunimos agua para enhestar un castillo, lleno de doncellas horribles y príncipes verdes, donde le rey sirve a sus esclavos comida en bandejas de oro, mientras estos escupen es sus caras la sangre de sus encías. Llego del alma que no pretende morir en su nacimiento a lo eterno, de aquello que tememos más que al miedo, más que a la vida. Proviene de recónditos sectores ubicados a no más de complejos milímetros, casi susurrando en la cara de un nuevo comienzo, como pidiendo a voces afónicas la redención del sol. Y luego de que llegan notas que se fracciona en tres partes, de las cuales nacen los tres eternos, quienes con el paso de la eternidad se fraccionan en múltiples personalidades que terminan odiándose entre sí. Y solo puedes sentarte a ver las estrellas y morir con el fuego cruzado.

En un comienzo lo sientes tras los ojos, siempre es así. Luego cada poro de tu cuerpo se abre hasta tragarte, y pasa una y otra vez por ti, corriendo por tus nervios. Sientes que tu cuerpo cae para arriba, y que tus ojos ven todo claro. Tu cabeza sale brincando de tus hombros y va a dar contra la ventana de tus pies, donde huele el olor putrefacto de la muerte subiendo por tus pantorrillas, mientras tus rodillas tiemblan al sentir el gélido calor de tus cabellos. Luego tus brazos salen corriendo en una alocada carrera contra un reloj de agujas invertidas, que corre de espaldas a la verdad, y lo peor es que tus manos pierden la carrera. Por ello los dedos se desprenden de ella, y buscan alocados a sus gemelos de tus pies, pero los pies ya no están ahí, sino que están acá, junto a la hoguera, buscando la manera de acabar con su miserable vida. Tu abdomen comenzara a dilatarse y contraerse hasta absorber todo tu sexo hacia adentro, dejándote convertido en una planta ya sin ramas, marchitándose lentamente en el alba de la vida. Y luego, cuando abres los ojos, un verde color vivo te desgarra la visión y se cola en tu mente, en el punto céntrico donde está tu epinefrina, y luego crees que morirás viviendo, y tus manos aferran tu pelo y tus pies se encojen en tus muslos. Luego todo se vuelve sangre, tu boca, tus ojos, tu cuerpo, es solo una masa carmesí liquida, sin consistencia alguna, flotando tu ropa sobre ella. Pero espera, que aun no llega el caos, porque cuando llegue, no sabrás que vino, sino que ya paso, y cuando pase, notaras que viene de nuevo, y que esta vez, viene a por ti. Pero no temas, mientras no tomes la llave, nada de ello pasara

Miren, que desde la creación nace un ser que no debe existir, aquel que lo nacerá todo en esta sinfonía de silencio y destrucción. Un ser con ganas de apabullar cuanta bala se cruce en sus rieles. Sin importarle nada, toma la forma de la existencia como si fuera vuestra, adoptando el papel secundario de una obra repetitiva en el tiempo, como si ese fuera el destino de cada uno de los que pisan este planeta. Pero es especial y lo sabe, tiene una mochila más grande que el propio universo sobre sus espaldas. Aun no lo nota, pero lo siente, aquella pesada mirada que viene desde el cielo, como si fueran 5 mirando en vez de solo uno. Y no quiere creérselo, no quiere vivir con ello, desea morir, pero nadie se lo permitirá, la muerte huye, porque hasta ella le teme. Este ser nacido de un trozo de la creación acabara con ella, escuchen todos, los destruirá, destrozara, desmembrara, mutilara, y todo en una noche, mientras baile a la luz de las velas la canción del inmortal.

Al mirarla a los ojos lo notas, es como un escalofrió que sube desde tus corneas hasta tu pelo, una vibración atona que te llena por completo, y te sientes alegre, con ganas de destruir el mundo si te lo propusieras. Todo tu ser se regodea en la felicidad que aquel brillo en sus ojos te produce, como si fuera un diamante, una esmeralda. Y no puedes esperar para saber quién es, pero nadie sabe, "Carga con mucho", dice la gente, y todos le temen, pero en secreto la aman... "Lucifer era el ángel más bello de la creación", decía una joven envidiosa de que todos mirasen hacia la chica de blanco y negro, en vez de mirarla a ella. Siempre tiene una sonrisa en su rostro, siquiera hay rastros de lágrimas en su rostro, al parecer un ser perfecto hecho de alegría... y espera que eso no es todo. La vez ayudando, acogiendo, aconsejando, como si su propia vida se hiciera de la de los demás, como si su propia felicidad fuera la que causa en el resto, y luego crees que es un ángel y la ves con alas negras en su espalda. Vez una valkiria que te vendrá a buscar en el momento de tu muerte para llevarte al cielo. Pero no la amas como amas a tu mujer, sino que la amas como amas a tu madre, a tu padre, a tus hermanos, pero aun así la amas... y el sentimiento es fuerte. Y luego ella clava su mirada en tus ojos, y pareciera que el mundo se viniera abajo, que te desmayas una y otra vez al mismo tiempo y que no puedes respirar y que mueres y naces de nuevo y que estas en el cielo, que has burlado al infierno... y todo se vuelve verde, intenso, color vida, y ves entonces como cada átomo se transforma a ese color, como el mundo se mueve en ese color, el color de la vida, y el color de la muerte... y luego lo notas, todo tiene su precio... y antes de que puedas arrepentirte, una bala surca el cielo y va a dar hasta tu pecho, doce centímetros desde el diafragma hacia arriba, y 5 centímetros desde el centro del pecho hacia la izquierda, justo donde logra el mayor daño. Y caes, pero caes feliz, porque has visto la luz del final del mundo antes de que ocurriese, porque ahora sabes que morirás a mano de un humano...