domingo, 21 de septiembre de 2008

27 - Arco 2: El Proyecto 27

Cuatro - Déjà Vu

-Despierta-
Un pequeño susurro
La brisa helada
Arena bajo los pies
Arena blanca como la muerte
El mar agitándose
Sus manos estaban frías
Sus pies descalzos
Completamente de negro sus vestiduras
No recordaba nada

-¿En dónde estoy?-, preguntaba su mente, sin oír respuesta alguna. Levanto la cabeza para ver el mundo blanco en el que se hallaba. Nada, solo el mar, la arena y la brisa.
Juntó fuerzas en sus brazos y se sentó en la arena, aferrando sus manos a sus rodillas para no volver a caer. Miro en derredor, nada aun, solo él y el mundo blanco. Pero no estaba solo y lo sabía bien.
-¿Quien eres?- Pregunto al viento. Su voz se oía opaca, ajena de vida.
-Solo soy yo Rafael- Y la voz le helo los huesos. No lo podía creer, era imposible.
Rápidamente se levanto y dio un giro en 90º para ver a aquel que de voz profunda le hablara. Tras él, un hombre mayor, de piel morena, con lentes, y vestido completamente de blanco.
Sus ojos inmediatamente se posaron sobre los suyos.
-Estas acá por un solo motivo y sabes cual es- Le dijo aquel hombre.
-Yo... Yo... Yo- No podía hablar, no podía pensar, estaba completamente conmocionado
-Debes evitarlo. Ella lo intentara, pero tú debes evitarlo, nosotros ya no podemos hacer nada.-
Saco algo de su bolsillo, una llave, roja como la sangre.-Toma, ya es tiempo de abrirla, y debes ser tu, nadie más puede-.
"¿Pero de que me hablas?, ¿Quien es ella?, ¿Que debo abrir?" Mil preguntas se agolpaban en su cabeza, sus voces internas le gritaban a viva voz las ideas, su mente se retorcía y distendía en intervalos regulares. No podía hablar, pero podía moverse, así que recibió la llave.
-Ahora vete, que tienes muchas cosas que hacer hijo mío-.
Y antes de que pudiera decir siquiera adiós, el mundo se envolvió en tinieblas nuevamente

00:00 am, GMT -4, 01/01/2028; Coppó. Atacama, Sector 13

-¡¡¡AAAHHH!!!... ¡¡¡MI CABEZAA!!!!- Era un grito feroz, una voz algo familiar, pero a la distancia parecía un susurro, casi igual al viento. Sentía su cuerpo caer, cada vez sus extremidades crecían, su peso aumentaba, su mente divagaba mientras sus ojos veían la oscuridad. A pesar de todo, la sensación de caer continuaba.
-¡Mierda!- Otra vez gritos, gritos familiares, voces familiares acalladas por el murmullo de la brisa, y la sensación de caída que no paraba, y caía, y caía, y caía, hasta que dejo de caer.

00:02 am, GMT -4, 01/01/2028; Coppó. Atacama, Sector 13


-¿Que... sucede?- Pregunto con voz queda y ronca Rafael, el repentino despertar le mantenía aun adormilado. Todo el mundo giraba en cámara lenta a su alrededor. Veía el suelo desde su posición, y en él se encontraba uno de sus cuatro amigos, habiendo otro a su lado. Uno de ellos estaba de pie junto a Rafael, preguntándole despreocupadamente como se sentía. Faltaba alguien. Aun no podía distinguir bien quien era quien.
-Creo... que... estoy... bien- Su respiración continuaba entrecortada, aun tenia aquella sensación de vértigo, producida por
(La caída)
el extraño sueño del cual acababa de despertar. Sentía su cuerpo pesado, y las ganas de continuar durmiendo no le abandonaban aun, la pereza persistía, tal como la inercia. El tipo a su lado le pregunto que qué le había sucedido.
-No lo... se- Poco a poco comenzaba a recuperar el aliento y a volver completamente en sí, ahora podía ver mucho mejor toda la escena que frente a sus ojos se formaba.

Era Carlos el que se hallaba en el piso, el mismo que gritaba en sus sueños, ahora se encontraba en silencio, o por lo menos ya no gritaba tan fuerte como antes. Su cuerpo se encontraba en posición fetal, con el costado izquierdo hacia el suelo, mientras sostenía sus manos sobre su cabeza, tapándose la cara, y tirándose el pelo de forma desesperada. Su cuerpo emitía un vaivén de un lado a otro a intervalos regulares. El tipo a su lado resulto ser Jaime, quien intentaba tranquilizar a su primo, sin lograrlo. Se veía desesperado por la condición de su familiar, su rostro mostraba que estaba al borde de las lágrimas.
Al lado de Rafael, intranquilo y muy nervioso, estaba Gabriel, lo que por deducción se obtenía que el faltante era Alejandro

-¿Y el Ale?- Pregunto Rafael, quien se hallaba recostado en el sillón. Comenzó a levantarse lentamente, recuperando sus fuerzas e intentando mantener el equilibrio
-Fue a buscar el Botiquín a su auto- Gabriel estaba pálido, lo que denotaba que la situación era grave.

Iba a preguntarle el motivo de que quisiese un botiquín, pero se detuvo en seco, la perplejidad lo dejo helado. Ahora entendia toda la conmoción en el lugar. Su amigo se había volteado, dejando al descubierto una cara completamente deformada por el dolor, contraída en una horrible mueca de agonía. Sus ojos se hallaban blancos, hasta se podía ver las venas rojas surcar sus cuencas totalmente albas. Las venas y arterias de su rostro estaban marcadas a más no poder, haciéndole parecer fisuras faciales, como si de barro seco se tratase su piel. Desde sus ojos corría un hilo de sangre que recorría la redondez de sus morenas mejillas. Y lo peor de todo, eran los gritos.
Estaba estupefacto mirando la escena, sin saber que hacer o decir. Su mente divagaba en preguntas. Fue entonces cuando llego Alejandro.